22/8/12

UTOPÍA IV, progresismo y antiminería…


En UTOPÍA II, mito ambientalista y subdesarrollo  y UTOPIA III, es el ambiente o la revolución? vimos como los náufragos del socialismo real, los apologistas del muro, ante el fracaso del pasado experimento totalitario cambiaron de utopía. En lugar de la contradicción social entre burguesía y proletariado, ahora postulan una contradicción entre las necesidades de la producción y la preservación de la naturaleza. Son los mismos militantes, pero ahora dicen defender el medio ambiente, y se amontonan, con el mismo fervor y fanatismo, detrás de su lucha. Sabemos que el medio ambiente no les importa, que es sólo un argumento en su gesta ideológica.

No pueden ganar por los votos, de hecho, ni lograron poner un candidato a presidente en la pasada elección argentina.  Su lucha sería sólo una anécdota menor, si el discurso antidesarrollo y de promoción de la pobreza no tuviera el impacto que tiene, especialmente en amplios sectores de las clases medias urbanas autodefinidas como “progresistas” (en su versión latinoamericana).

¿Por qué la promesa de un futuro parecido al “anteayer” les es tan seductora?.

A quienes seduce esta utopía?

Tenemos que buscar la ayuda de Antonio Gramsci, quien viviendo el experimento mussoliniano y viendo como el fascismo seducía a las masas obreras, concluyó que era inútil tratar de imponer el comunismo al través del control de los sindicatos y del proletariado. Gramsci entendía que la única vía exitosa al comunismo, era la penetración y el control de las instituciones educativas y culturales, imponiéndose en el pensamiento de las clases medias urbanas. Si bien creyó que así abría el camino al comunismo, salvo algunos militantes convencidos, lo que realmente generó es “progresismo” como abundante producto secundario.

La antiminería es parte del combo progresista…

Es como las papas fritas, vienen con la hamburguesa. Es en el “progresismo” donde la antiminería se nutre de líderes y seguidores, a algunos los convierte en fervorosos militantes; al resto en simpatizantes.

Es el subproducto “progresismo”, el típico resultado de las clases medias urbanas “concientizadas” en forma gramsciana, y quizá el fracaso de la propuesta revolucionaria del italiano. Es el mismo “progresismo” que se opone a la minería, sin abandonar sus autos, celulares, computadoras, y hasta anillos de oro. Misma contradicción que los hace pensar en izquierda, y cuando votan con los pies, o con el bolsillo, lo hacen actuando por derecha: gestionan su visa para ir a USA y viajan a Miami a comprar en el Sawgrass, ahorran en dólares y se apresuran a tramitar su doble ciudadanía española, italiana, o emigrar a Australia o Canadá. Y cuando son jóvenes, hacen su Work &Travel en USA, ni en Korea del Norte ni en Cuba, pero se siguen sintiendo de izquierda.

Silvio Rodriguez, con su "Canción en harapos", nos brinda una semblanza del “progresista” y sus contradicciones:

Qué fácil es agitar un pañuelo a la tropa solar
del manifiesto marxista y la historia del hambre
Qué fácil es suspirar ante el gesto del hombre
que cumple un deber
y regalarle ropitas a la pobrecita
hija del chofer
Qué fácil de enmascarar sale la oportunidad.

Qué fácil es engañar al que no sabe leer
cuántos colores, cuántas facetas tiene el pequeño burgués.

Qué fácil es trascender con fama de original
pero se sabe que entre los ciegos el tuerto suele mandar
Qué fácil de apuntalar sale la vieja moral
que se disfraza de barricada
de los que nunca tuvieron nada
Qué bien prepara su máscara el pequeño burgués.

Viva el harapo señor
y la mesa sin mantel
Viva el que huela a callejuela
a palabrota y taller.

Desde una mesa repleta cualquiera decide aplaudir
la caravana en harapos de todos los pobres
Desde un mantel importado y de un vino añejado
se lucha muy bien
Desde una casa gigante y un auto elegante
se sufre también
En un amable festín se suele ver combatir...   


La dictadura de lo “políticamente correcto”

A tal punto se ha instalado la antiminería entre los credos del progresismo, que ya forma parte de la “dictadura de lo políticamente correcto”. Vladimir Volkoff, pensador francés que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar la manipulación informativa, nos dice:

“Lo políticamente correcto,(…) es de imposible definición puesto que carece de un verdadero contenido… En él encontramos restos de un cristianismo degradado, de un socialismo reivindicativo, de un economicismo marxista, (…) Si comparamos el hundimiento del comunismo con una explosión atómica, diríamos que lo políticamente correcto constituye la nube radioactiva que sigue a la hecatombe”  

Discurso “progresista” y política

Es la “dictadura de lo políticamente correcto”, lo que moldea el discurso y propuesta de los políticos oportunistas, esos que sólo miran las encuestas para congraciarse con la gente y conseguir su favor a fuerza de demagogia.

Un político, más que responder a lo que la gente quiere, debe proponer lo que cree necesario, debe vender una idea de futuro. Hace falta mucha honestidad y entereza para que un político resista ser “políticamente correcto”,  elaborando propuestas propias y movilizando a la gente para modificar la realidad, pensando de acá a 10 o 20 años…

Algunos políticos lo hacen,… instalando La UTOPIA posible, la del desarrollo con minería.


NOTA: Ese discurso atractivo para el progresismo, oculta consecuencias políticas y sociales de las que las clases medias suelen asustarse, a veces demasiado tarde. Falta hablar de esa peligrosa seducción…