15/12/08

Regalías y retenciones mineras: quién las paga?


- Publicado en Mining Press – Diario Minero – 30 de diciembre 2008
- Publicado en Mining Press – Revista – Nº 33: 40-41 – Febrero-Marzo 2009
- Publicado en www.sin-censuras.com.ar, del 25 de octubre al 9 de noviembre 2009
- Publicado en Diario Los Andes, el 29 de diciembre 2009

Durante varios años, el precio de los metales y metales preciosos ha tenido un sostenido aumento. Al tramo ascendente de las habituales variaciones cíclicas de precios, se sumó el efecto del incremento de la demanda y de la devaluación del Dólar, situación que se ha revertido en los últimos meses. Es muy tentador para el Estado Nacional y los gobiernos provinciales tratar de capturar esas “ganancias extraordinarias” de las empresas, mediante el incremento de retenciones y regalías. Los defensores del fisco no advierten que el incremento impositivo se traslada directamente a los costos y no puede ser cargado en el precio, sin embargo no afecta la rentabilidad de las empresas. Entonces quién lo paga?.


No siempre quien abona un impuesto es quien lo paga. El IVA lo abona el comerciante, pero lo paga el consumidor, al igual que Ingresos Brutos. En la compra de un auto alemán o una notebook, el arancel de importación lo abona el importador, pero se carga al comprador en el precio final. Más aún, si la municipalidad aumenta el derecho de comercio, o sube el impuesto inmobiliario de las playas de estacionamiento, el que termina pagando ese aumento es el que estaciona el auto. El caso de la minería metalífera es diferente, al tratarse de comodities, el incremento de costo no puede cargarse en el precio.

La cantidad y calidad del mineral de un yacimiento lo dispone la naturaleza. La tarea de una empresa minera en la exploración, es averiguarlo al menor costo posible, para elaborar su factibilidad económica de explotación y procesamiento. El objetivo es determinar la ubicación, calidad y cantidad de roca con mineral, definida como tonelaje y ley. La ley es el contenido de metal y se expresa como proporción en peso, en porcentajes para cobre, plomo, etc., o en gramos por toneladas de mineral para oro y plata. Sin embargo, la distribución del metal en la roca no es uniforme, la ley es inversamente proporcional al tonelaje. Todo yacimiento tiene un pequeño sector muy enriquecido, aumentando el tonelaje a medida que disminuye la ley, con mayores cantidades de roca más pobre en metal.

Conocido el yacimiento y siendo factible su explotación, el inversor establece la rentabilidad que desea obtener. La base de esta rentabilidad parte de la de inversiones alternativas de escaso riesgo, mas los plus que compensen el riesgo propio de la exploración y explotación, mas la prima por eventuales variaciones de precio en el futuro. A partir de estos valores y en función de los costos, se establece la cantidad de mineral que va a ser explotado y los años de vida del yacimiento determinando la ley de cabeza, que es la ley del mineral que ingresa a planta de concentración. La planta se diseña para un rango acotado de leyes, y es alimentada mezclando poco mineral de alta ley con mayor cantidad de mineral de baja ley. Existen límites técnicos y económicos a las variaciones de la ley de cabeza, por encima de cierto valor, el proyecto se convierte en inviable, pues no cubre los costos fijos. Por debajo de cierto valor, aumentan exponencialmente los costos directos, y baja la recuperación.

La legislación minera nacional, a la que han adherido las legislaturas provinciales, establece estabilidad fiscal por 30 años para los proyectos factibilizados y regalías de hasta un 3%. Cuando el inversor percibe que este marco impositivo puede variar por decisiones administrativas o por eventuales cambios legislativos, exige a los proyectos una mayor rentabilidad para cubrir el riesgo. Si el proyecto ya está en explotación, y ante un incremento de regalías o la imposición de retenciones, la empresa tiende a mantener la rentabilidad prevista. En ambos casos, tanto sea para aumentar la rentabilidad ante la percepción de riesgo, o para mantenerla ante la suba de costos, se incrementa la ley de cabeza. El aumento de la ley de cabeza, significa que menos mineral de baja ley será ingresado a planta. En la práctica eso es acortar la vida del yacimiento, pues los sectores mas pobres dejarán de ser explotados, llegando incluso a convertir en inviable el proyecto.

Un incremento de regalías o retenciones a la actividad minera se paga con la destrucción de mineral, acortando la vida del yacimiento. La expresión “destrucción de mineral” no es una metáfora, el mineral de baja ley no explotado, no lo podrá ser nunca mas, pues su explotación sólo es posible gracias a la cercanía del mineral de mayor ley, que si será extraído. Esto ya lo habían comprendido los representantes ante la Asamblea del año XIII, incorporando leyes y reglamentaciones para promocionar y desgravar la actividad minera.

La percepción de inseguridad jurídica o el incremento de impuestos en minería, se paga con menos años de vida de la mina, menos años de salarios, bienes, servicios e impuestos. Se paga con pérdida de actividad económica futura, ....destruyendo mineral, ...destruyendo valor.


Mi agradecimiento al economista, Dr. Juan Carlos de Pablo, por la lectura crítica y comentarios.

15/9/08

SUBDESARROLLO SUSTENTABLE Y CONSERVACIONISMO

• Actividad Minera Revista, Buenos Aires - Nº 85 – Año XVII – Septiembre – Octubre 2008, 21-23.
• Reproducido por Voces de Anta-Hualan - Catamarca, 24 de Noviembre del 2008 - Edición Nº 81.
• Reproducido por Catamarcaya.com - Catamarca 26 de Noviembre del 2008.
• Reproducido por sin-censuras.com.ar - Malargüe, 24-29 agosto del 2009.
• Reproducido por Diario UNO - Mendoza, 21 de septiembre del 2009.

Los grupos conservacionistas, en supuesta defensa del “desarrollo sustentable”, siguen presentando una oposición sistemática a emprendimientos industriales y mineros. Proyectos como San Jorge y Potasio Río Colorado son atacados, a pesar de cumplir con la ley 7722, ley mendocina que prohíbe la utilización en minería de cianuro y sulfúrico, insumos que siguen siendo utilizados en varias otras industrias de la provincia, como el sulfúrico en la refinación de petróleo, y el cianuro en la clarificación de vinos, vinagres y mostos, galvanoplástia y metalurgia.

A pesar de no existir ninguna evidencia de contaminación ambiental en las minas activas en el país, el conservacionismo ha instalado en la mitología popular que la minería es contaminante y no es ambientalmente sustentable. Por qué lo hace?.

Que es el desarrollo sustentable? Según la definición de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo es: “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades”. Esta definición abarca tres dimensiones: la económica, pues hablamos de desarrollo; la social, con beneficio a la comunidad, y la ambiental, referida al impacto sobre la naturaleza.

Es esto de lo que hablan los conservacionistas?, les preocupa realmente el desarrollo económico y social preservando el medio ambiente?.

Producir y consumir sólo lo necesario...... El discurso conservacionista nos plantea la necesidad de consumir y producir sólo aquellas cosas necesarias; idea atractiva, que merece ser estudiada en detalle. Como paradigma de lo superfluo, nos presentan al Oro. Considerar el consumo de oro como prescindible y suntuario, es similar a tomar al turismo, la industria del automóvil, cosmética, vitivinicultura, bebidas o de la indumentaria y moda como innecesarias. Efectivamente, el ser humano puede sobrevivir con menos oro, sin turismo, sin vino, con tres modelos básicos de ropa, tomando agua y leche, y usando medios públicos de transporte. De hecho, un sudanés o un etíope, producen, consumen y están rodeados de bienes y servicios casi absolutamente imprescindibles. Un sueco, un alemán o nosotros mismos, producimos, consumimos y estamos rodeados de mayoría de productos prescindibles. Lo que diferencia a una sociedad pobre y subdesarrollada de una rica y desarrollada es la producción y consumo de artículos suntuarios.

Ya existe un mecanismo muy eficiente que determina qué bienes y servicios son necesarios, y las cantidades en que deben ser producidos. La libre concurrencia de consumidores y productores establece los niveles de precio de cada bien o servicio, y determina la oportunidad y necesidad de incrementar o disminuir su producción, a partir del interés o no de los consumidores, de lo que estén dispuestos a pagar por ellos.

Los conservacionistas plantean reemplazar este sistema por algún consejo de notables, asambleas populares o algún otro tipo de cuerpo colegiado que establezca cuales son las “necesidades reales” de consumo y producción de los bienes. Quieren sustituir la libre elección de cada individuo, por el dictamen de un grupo de gente que se atribuye la capacidad de decidir por nosotros. Obviamente, para que esa decisión tenga efecto, debe contar con el poder coercitivo del Estado.

Ese experimento ya se hizo a escala mundial, duró más de 70 años en el siglo pasado y abarcó a la URSS y países de su órbita, se llama “economía centralmente planificada”. Culminó en un rotundo fracaso político - económico, y en una catástrofe ambiental. Y no sólo hablamos de Chernobyil, entre los desastres también están Norilsk, Bakú, o la Península de Kola. Experimentos menores, pero con resultados parecidos, se realizaron en otros estados totalitarios, con el fascismo en Italia y Alemania, o la Camboya de Pol Pot.

La historia nos muestra que siempre que se anulan las libertades económicas de la gente, el resto de las libertades públicas también desaparece. Cuando algún grupo de notables, nomenclatura, soviets, partido o asamblea, utilizando el poder coercitivo del Estado impone qué y cuánto se produce y consume, el Estado se convierte en el actor más importante de la economía y eso condiciona todas las demás libertades, hasta las más elementales, de expresión, de tránsito, de reunión, e incluso religiosa. El siglo pasado nos muestra tristes ejemplos de ello, con millones de muertos, que empalidecen las catástrofes ambientales provocadas, ante las que nadie podía hacer manifestación alguna de protesta.

Deseo creer que en su ingenuidad, los conservacionistas ignoran las consecuencias de lo que nos están proponiendo.

O es que entienden otra cosa por “desarrollo sustentable”?

Jorge Orduna, en su libro Ecofascismo nos da la respuesta: para esta gente el problema de la eventual contaminación es secundario, van mucho más allá. En el concepto de “desarrollo sustentable” que ellos manejan, la parte de desarrollo pasa a un segundo plano, sólo les importa lo “sustentable” en su ideal conservacionista y no les preocupa la marginación, el desempleo o la pobreza. Consideran que la única forma de hacer sustentable nuestro planeta es impedir el desarrollo económico, para que no se agoten los recursos. Ven como un verdadero problema que decenas de millones de personas se incorporen a la vida digna y al consumo, cada año en China, en la India, en Vietnam o en nuestra América del Sur. Entienden que eso presiona sobre los recursos y sobre el ambiente. Esta ideología, que nace en las sociedades desarrolladas, desea preservar para los que ya viven bien, los paisajes, el ambiente y los recursos, para su disfrute. La incorporación de gente a la vida digna, pone en peligro su mundo, y eso es lo que quieren conservar.

Como dice Orduna, estos militantes del subdesarrollo consideran que el trabajo infantil, “cazar monos con arco y flecha, tejer con telares manuales, prostituirse a los turistas, es desarrollo sustentable”. Para ellos, el mismo desarrollo económico no es sustentable, porque genera mayor consumo de recursos y produce contaminación. Ven al desarrollo, como el enemigo a combatir. Serían mucho más sinceros si llamaran a las cosas por su nombre, y explicaran que en realidad nos proponen un “subdesarrollo sustentable”.


Mi agradecimiento al economista, Dr. Juan Carlos de Pablo, por la lectura crítica y comentarios.

31/8/08

AHORA SI, .... UN ESCENARIO OPTIMISTA???



· Publicado en Mining Press – Diario Minero –  21 de octubre 2008.
· Publicado en Mining Press – Revista – Nº 31: 62-64 – Octubre-Noviembre 2008.

En el editorial “MINERIA EN ARGENTINA: CRECIMIENTO O DESARROLLO? (Actividad Minera Revista Nº 80 – Año XV – Noviembre Diciembre 2007 – Buenos Aires, 29-47 – Mining Press, 07 de marzo 2008), planteamos varios interrogantes:

“Es posible seguir incorporando empresas y proyectos?, las bases del crecimiento minero son firmes?. Las dificultades originadas en la presión social de los grupos antimineros, su impacto en la opinión pública y las acciones demagógicas de algunos gobiernos provinciales, son los únicos factores que ponen en riesgo este crecimiento?. Existen factores sistémicos mas profundos que estamos pasando por alto, de mayor relevancia y difícil corrección, que pueden frenar la expansión de la actividad?”.

La respuesta a esas dudas no es muy alentadora:

“El desarrollo de toda actividad económica y más aún la minería, requiere un marco de reglas claras, estables y de cumplimiento posible. Un ambiente competitivo, con bajas barreras de entrada, libre contratación entre las partes y protección de los derechos de propiedad, asegura la permanente generación de proyectos con la concurrencia de numerosos actores invirtiendo sus recursos. De esa forma, los riesgos quedan limitados a los propios de la actividad de exploración, explotación, a las buenas artes de los actores, a la bendición de la naturaleza, y a las variaciones de cotización en los mercados.

Estas condiciones no son el marco en que la minería argentina está creciendo. El ambiente actual comprende limitaciones al derecho de propiedad, la posibilidad de que en cualquier momento surjan nuevas limitaciones, el accionar extorsivo de los actores corporativos, el surgimiento anárquico de nuevos actores, incertidumbre respecto a los plazos, interlocutores y exigencias ambientales, instaurando nuevas “cabinas de peaje”, la ausencia del Estado Nacional acotando los dislates de algunos gobiernos provinciales, incremento e incertidumbre en los costos. El resultado es una disminución de las provincias y territorios donde se puede explorar y un permanente incremento de la TIR exigida a los proyectos, con la consiguiente destrucción de parte del mineral.

Seguimos inmersos en un sistema corporativista donde la discrecionalidad del Estado asigna ganadores y perdedores, transfiriendo riqueza a los sectores privilegiados merced a la utilización de la ley como herramienta política.

En los últimos 60 años, la economía argentina ha sufrido ciclos “stop and go”, limitados por estallidos de déficit público, default, inflación y devaluación. Estallidos donde no necesariamente están presentes los cuatro componentes como a fines del 2001 – principios del 2002, pero al menos dos de ellos son omnipresentes. Sin embargo, el ciclo minero es mucho más extenso y responde a los pulsos de inversión extranjera directa, promovida por políticas públicas favorables a la inversión externa de riesgo. Antes de los 90, el ciclo anterior fue a fines del siglo XIX, principios del XX y la herencia de ese período fueron las minas Aguilar y Pirquitas entre otras. Actualmente el ciclo se está agotando, sólo persiste en algunas provincias y depende de la buena predisposición de alguna gestión provincial, cuyos dirigentes pueden ser reemplazados por la oposición en cualquier momento.

Si seguimos por este camino, en el futuro próximo estaremos con tres o cuatro grandes proyectos maduros en explotación, algunas minas medianas a pequeñas en producción y una cantidad limitada de proyectos localizados en escasas provincias favorables. Una vez agotado el presente ciclo, esperemos que no deban transcurrir otros 80 años para que la minería vuelva a crecer, y que esta vez, el crecimiento se convierta en desarrollo”.

Es que esta visión ha perdido vigencia?, no necesariamente, pero la situación nacional abre un nuevo escenario a desarrollarse en los próximos dos años. La minería ha crecido a pesar de las acciones e inacciones de los gobiernos nacional y provinciales y su ciclo económico transciende al ciclo local.

YA VEMOS EL ICEBERG..... ALLA VAMOS.....

Desde marzo pasado, el escenario parece haber cambiado sustancialmente, sin embargo los problemas ya estaban planteados y la crisis del campo sólo actuó como catalizador, poniéndolos en evidencia y acelerando los tiempos:

· El stock de deuda pública supera a la de diciembre 2001, sin tener en cuenta a los holdouts (30.000 MU$). El mercado internacional de capitales y el local voluntario están cerrados. Las únicas fuentes de financiamiento local son: ANSES, Banco Nación, AFJP, Cias. de seguros, bancos locales (colocaciones compulsivas). Internacionalmente sólo contamos con Venezuela como opción voluntaria, con tasas de default (15%), similares a las del megacange, a pocos meses del default 2001; mientras Brasil o Perú se endeudan al 5-6%.

· Los vencimientos de deuda durante el 2009, capital e intereses son por 25.800 MU$, de los cuales 13.000 MU$ son impostergables y su renegociación (Roll-Over) en forma voluntaria, utópica. El eventual uso de reservas del BCRA para pagar deuda deja M1+M2 con menor respaldo. El actual poder de fuego real del BCRA (descontando las Lebacs y Nobacs: 16.000 MU$) ante una corrida cambiaria, es <25.000> $4 por dólar.

· El virtual default del 42% de la deuda pública en Pesos ajustable por CER (180.000 M$), al falsear la información de INDEC, puede desencadenar reclamos legales de alcance inimaginable en un futuro próximo. Cada punto del IPC mentido son 1.800 M$ defaultedos. Mientras tanto los subsidios a tarifas y transporte siguen creciendo, 2005: 4.000 M$, 2006: 8.000 M$, 2007: 18.000 M$, proyectado 2008: 35.000 M$.

· El gasto público crece a un ritmo cercano al 40%, mientras los ingresos lo hacen al 31%; a fin de 2008, el gasto acumulado superaría en no menos de 75% al de fines de 2006. Prácticamente todas las provincias ya están con déficit fiscal. Comparando las transferencias a provincias de los primeros 7 meses del 2008 contra 2007, sólo se han incrementado un 3%, y a los municipios, un 7%, una fuerte caída a valores constantes. La caja de la Nación está agotada.

Ya estamos en un escenario de incremento de precios, con una inflación anual real del 25-30% e inflación reprimida por tarifas congeladas y acuerdos de precios, de ±100% y a las puertas del déficit fiscal. Este deterioro de las cuentas, ante la imposibilidad de incrementar la presión impositiva y de contar con financiamiento voluntario nos encamina al default de la deuda pública. Ya el año pasado el Estado recurrió a la virtual confiscación parcial de los depósitos en las AFJP, por medio de la “contrarreforma provisional”, de modo tal de poder dibujar las cuentas fiscales, disfrazándolo de ingreso corriente y asumiendo futura deuda previsional. Es posible que el Estado recurra a nuevas confiscaciones y hasta utilice reservas del BCRA para financiarse (violando su Carta Orgánica, que eventualmente puede intentar modificar), con el previsible impacto en el tipo de cambio e inflación.

Todo sistema que acumula tensiones internas, es inestable y en algún momento ajusta sus variables a nuevos niveles de equilibrio. La ciencia económica nos brinda instrumentos correctivos que, aplicados a tiempo, disminuyen el impacto y hacen a los cambios socialmente sustentables. Siempre y cuando el poder político logre venderle a la población la necesidad del sacrificio y un horizonte venturoso al final del camino. El gobierno no tiene la capacidad intelectual para advertir el problema, ni el capital político para enfrentar semejante desafío. Y en caso de comprenderlo y concebir las soluciones técnicas como posibles, serían descartadas por razones ideológicas. La inacción del gobierno, o peor aún, su respuesta equivocada hará inevitable una nueva crisis económica.

Estamos presenciando el fracaso del modelo populista instaurado en el 2002, la etapa final del ciclo de recuperación 2002-2006. Esta recuperación se alimentó de la fuerte devaluación inicial, ya licuada por la inflación, y en capacidad ociosa energética e industrial, cuyos stocks de capital ya hemos consumido ante la falta de inversión. Su extensa duración se sustentó en la caída del Dólar y en la suba de precios de nuestros comodities exportables agrícolas; la actual reversión de esas tendencias acelerará el final.

PERCEPCIONES: CAMBIA LA SOCIEDAD,.... CAMBIAN LOS GOBIERNOS....

Y en ese tétrico panorama, ante la catástrofe, la minería puede prosperar?. La próxima y cercana crisis, cuya magnitud e impacto es difícil de prever, afectará el comportamiento de los actores políticos y sociales.

A pesar que la mitad de las provincias potencialmente mineras plantean serias limitaciones y hasta la virtual prohibición legal de la minería en su territorio, Argentina Mining 2008 nos mostró un sector minero muy activo, con nuevos proyectos en etapa de prefactibilidad y algunos en desarrollo e inminente puesta en funcionamiento. Pero quizá lo más importante, es que los proyectos en las provincias hostiles a la actividad, siguen siendo sostenidos por las empresas, puestos en reserva, sin bajar los brazos ante las presentes y futuras batallas legales y frente a la opinión pública. Se pueden ganar esas batallas?.

El ejemplo de crecimiento y financiamiento público sanjuanino empieza a ser atractivo para los gobiernos provinciales, al ver crecer sus cuentas en rojo. La caída de la actividad económica y la imposibilidad de incrementar la carga impositiva convierten a la minería en una atractiva fuente de crecimiento, empleo y recursos. Los sectores económicos que antes se oponían a la minería, están entendiendo que si no se admite el desarrollo de otras actividades, deberán soportar nuevas cargas fiscales, o el final de los subsidios que perciben.

Agotado el experimento populista y ante una crisis económica en desarrollo, las expectativas sociales mutan rápidamente. La percepción y valoración que gobierno y sociedad tienen de la inversión extranjera directa van cambiando de signo ante el abismo, y se transforman totalmente luego de la crisis. Esta vez el cambio, es a favor de la minería.

La actividad antiminera será un divertimento de la militancia, de los perdedores de otras batallas, de los que siguen añorando el muro, de los apologistas del subdesarrollo. Lo hemos visto en Argentina Mining 2008, donde los manifestantes ante el Centro de Congresos y Exposiciones eran 42, los contamos. Seguirán existiendo los cantautores y cineastas que se opongan a la actividad, la “minería extranjera expoliadora y contaminante” continuará siendo tema de debate en ciertos círculos universitarios, pero su impacto ante los medios y opinión pública quedará reducido a la anécdota.

UNA OPORTUNIDAD???

Durante años hemos intentado sin éxito difundir nuestra actividad. Una y otra vez hemos explicado que la minería es una herramienta del desarrollo, que existe la legislación, los medios de control y la voluntad de las empresas para hacerla ambientalmente sustentable. No fuimos escuchados.

En los últimos meses nos han dado prensa, nos han pedido que expliquemos, nos han llamado, quieren saber. Es nuestra oportunidad de conseguir el tibio apoyo de los gobiernos y la neutralidad de la gente, sólo eso, que nos dejen hacer.

Los problemas siguen vigentes, la pregunta es la misma, crecimiento o desarrollo?. La única diferencia es el cambio en la percepción de la gente ante el abismo que se avecina, y la necesidad de los gobiernos de obtener financiamiento. No debemos desperdiciar esta oportunidad de explicar y demostrar con nuestros proyectos que la minería es ambiental y socialmente sustentable, obteniendo la licencia social para crear valor, para las empresas y para la comunidad.


Mi agradecimiento al economista, Dr. Juan Carlos de Pablo, por la lectura crítica y comentarios.