27/2/14
GREENPEACE: la “multinacional verde” desde adentro
Con presencia en más de 40 países Greenpeace ha llegado a Colombia, no sólo va a combatir a la minería LEGAL, sólo a la LEGAL, también se opondrá
a la industria del petróleo, hidroeléctricas, agricultura moderna, etc., todas
actividades que significan presencia del ESTADO en el territorio, presencia de
la ley, trabajo legal, paz…
GREENPEACE tiene los mismos enemigos que las bandas
criminales armadas, tiene los mismos objetivos y los sabotea sin poner bombas,
los sabotea manipulando a la opinión pública. Son los mismos objetivos, sólo
usan otros métodos… ¿les interesa el medio ambiente o sólo nos quieren vender
un combo ideológico?
La multinacional desde adentro… el relato de un protagonista
Patrick Moore, ecólogo y PhD en Ciencias, es cofundador de
Greenpeace en 1970 y se retiró de la organización en 1986. Nos cuenta sobre Greenpeace en 1994:
"... fui uno de la docena de activistas que fundaron
Greenpeace... La guerra de Vietnam estaba en su apogeo y el holocausto nuclear
parecía cada día más cercano. Nosotros unimos a la paz, la ecología, y un
talento para la comunicación mediática y nos lanzamos a construir la
organización activista ambiental más grande del mundo. Para 1986, Greenpeace
estaba establecida en 26 países y tenía un ingreso $100 millones de dólares
anuales”.
“En 1986, el grueso de la sociedad occidental estaba ocupada
adoptando la agenda ecologista que era considerada radical sólo 15 años antes.
Para 1989, Chernobyl, el Exxon Valdez, la amenaza del calentamiento global, y
el agujero de ozono habían establecido el debate.”
“Mientras que previamente el movimiento ecologista se
encontró puertas afueras del poder, ahora estaba invitado a la mesa alrededor
del mundo. Para los ecologistas, acostumbrados a la política de la
confrontación, esta nueva era de aceptación imponía un gran reto.”
“Para mí, Greenpeace se trata de hacer sonar una alarma
ecológica, despertar la conciencia masiva a las verdaderas dimensiones de
nuestros problemas mundiales, señalando los problemas y definiendo su
naturaleza. Greenpeace no tiene, necesariamente, las soluciones y ciertamente
no está equipada para ponerlas en práctica. Eso requiere de gobiernos,
corporaciones, instituciones públicas y ecologistas combinados en un alto grado
de cooperación. Las políticas de culpa y vergüenza tienen que ser reemplazadas
por las políticas de trabajar juntos y ganar.”
“Algunos ecologistas no lo vieron así y, en el nombre de una
“profunda ecología” dieron un fuerte viraje hacia la ultra-izquierda, trayendo
una modalidad de extremismo e intolerancia.”… “La caída del muro de Berlín
contribuyó a este giro a la izquierda. Los grupos pro comunistas de Occidente
fueron desacreditados. Muchos de sus miembros se trasladaron al movimiento
ecologista.”
“... la nueva variante del movimiento ecologista es tan
extrema que mucha gente, incluyéndome a mí, cree que su agenda es una amenaza
más grande para el ambiente global que la sociedad en general.”
Y describe algunas de las características de lo que llama
eco-extremismo:
“Es anti-tecnología y anti-ciencia. Los eco-extremistas sueñan con volver a una clase de sociedad
tecnológicamente primitiva.”
“Es anti-organización. Los extremistas ambientales esperan a que todo el mundo adopte la
anarquía como un modelo de comportamiento individual.”
“Es anti-comercio. Los eco-extremistas no sólo se oponen al “libre comercio”, sino que
al comercio internacional.”
“Es anti-libre empresa. A despecho de que el socialismo de estado ha fracasado, los
eco-extremistas son básicamente anti-negocios.”
“Es anti-democrático”. Este es quizás el aspecto más sórdido del movimiento ecologista
radical. La forma básica de nuestra sociedad, la democracia representativa
liberal es rechazada… estamos
enfrentados a un movimiento que traería aparejada una era de eco-fascismo.”
“Es básicamente anti-civilización. En su esencia, el eco-extremismo rechaza virtualmente todo lo
relacionado con la sociedad moderna. Se nos dice que nada que no sea el regreso
a la sociedad tribal primitiva puede salvar al planeta del colapso ecológico.
No más ciudades, no más aviones, no más trajes de poliéster. Es una versión muy
ingenua de un retorno al Jardín del Edén.”
10 años más tarde, Moore lo confirma…
En el 2005 Patrick Moore nos confirma sus temores y advierte
que el movimiento ecologista se desplazó desde su primitiva base científica,
hasta abrazar una tecnofobia religiosa, como lo resume en:
“… a mediados de los años 80, Greenpeace, y gran parte del
movimiento ecologista dieron un fuerte giro hacia la izquierda política y
comenzaron a adoptar agendas extremistas que abandonaban la ciencia y la lógica
a favor de la emoción y el sensacionalismo... El movimiento ecologista ha
perdido su rumbo, favoreciendo a la corrección política por encima de la
precisión fáctica, inclinándose a las tácticas de miedo para ganar apoyo.
Muchas de las campañas en boga ahora lanzadas en nombre del ambiente darán por
resultado, en caso de que tengan éxito, un aumento del daño al ambiente y al
bienestar humano.”
Ya no estamos hablando de medio ambiente, estamos hablando
de libertad…
El economista y ex presidente de la República Checa Václav
Klaus, quien conoce de cerca lo que es vivir en un régimen sin libertades, nos advierte:
"… la mayor fuente de peligro para la libertad, la
democracia y la prosperidad (…) ha pasado a serlo la ideología ambiciosa,
arrogante y sin escrúpulos de un movimiento político (…) ecologista que poco
tiene que ver con la naturaleza".
Guy Sorman (El progreso y sus enemigos – 2001)
lo expresa claramente:
“En el primer estadio de su expresión, la UTOPÍA (ambientalista)
produce una seducción indiscutible, a la cual es necesario resistir, pues la
historia nos enseña que su belleza es la del diablo.”
No nos dejemos engañar: no les interesa el medio ambiente,
sólo están vendiendo un combo ideológico.